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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

EL MENSAJE ESTÁ EN LA CALLE. LO HE VISTO.

EL MENSAJE ESTÁ EN LA CALLE. LO HE VISTO.

Ayer por la tarde, cerca del Hospital Clínico, estaban dos músicos de etnia, claramente diferenciada por su color, el uno de pie y el otro sentado en una silla de esas de tijera, como las que se llevaban antes a misa muchas mujeres de piernas cansadas, empuñando dos sendos acordeones.

         Seguían con los pies el ritmo que trataban de coordinar, que no era otro que el de Feliz Navidad. Nada de particular en la melodía, pues se trata de la época y de interesar al que pasara por allí o por otra parte en su momento.

         Dos acordeones son más que uno y es el principio de una orquesta y el acto de ensayar supone el principio de un acuerdo.

         Digo yo que uno de los dos, o los dos, habrá pensado que puede ser más rentable para sus objetivos recaudatorios el sumar que no restar `poniéndose juntos en vez de cada uno en una acera, por ejemplo.

         Todo esto podría servir de reflexión o de parábola- ya que estamos en tiempo bíblico- a quienes acaban en momentos recién llegados, tras unas discutidas elecciones catalanas, a la hora de tomar posiciones.

         Lo cierto es que las urnas han hablado y han dejado claro que es posible un nuevo 155 que serviría para enconar más las posiciones de una sociedad ya dividida.

         Cada músico está en una acera y los que no hemos votado estamos expectantes sobre el camino a seguir y no dejamos de convertirnos en augures.

         Los medios no van a parar porque así vienen dadas y porqué así seguirán los tertulianos omnisabios volcando sus preferencias y los oyentes o televidentes o lectores buscarán caminos de distracción para combatir el cansancio de una situación que apunta a una crisis económica en Cataluña, que salpicará indefectiblemente al resto de España.

         A veces pienso en que esto de la política activa, el deseo o la realidad de la gobernación es complejo y fatigoso.

         Somos tan de nuestra madre y padre que es difícil hallar un punto de equilibrio. Un ejemplo local está en la desmesura del todo bicicleta y el resultado es la madre de todos los atascos, todos los días, el incremento de los atropellos ciclistas a peatones.

         Estamos en periodo de formación peatonal y hay que mantener un ojo sobre ambos lados con el consiguiente riesgo de tortícolis como mal menor y el hecho de ciclistas que no recuerdan que los pasos de peatones lo son para todos.

         Sostengo que el equilibrio es dificultoso. Pruebe a ponerse un calcetín sin sentarse y apoyado en la pierna contraria.

         Pruebe a mantener una línea recta en una acera donde la multitud avanza en uno u otro sentido. A lo mejor no es ninguna tontería, a la vista de las masas circulando, eso que dicen que ha hecho en Madrid su denostada alcaldesa Doña Carmena al regular el sentido de la marcha de los peatones.

         Cualquier cambio o alteración de las costumbres tradicionales produce un escozor en el alma existencialista o libre que creemos tener. La fe es indemostrable, inmaterial y nos aferramos a ella mediante diversos nombres: tradición, cultura, normas etc.

         Los que lo acatan todo siempre nos ponen como ejemplo a Alemania, al Japón como sociedades disciplinadas…pero: ¿Quien quiere aquí esa suerte de disciplina colectiva?

         Fíjese usted si puede dar de sí el ver en la calle a dos acordeonistas tratándose de ponerse de acuerdo. Un mensaje, la luz al final del túnel etc. llámelo como quiera pero ese puede ser el camino…si la letra de la canción es la misma. ¿Y si nos toca la lotería?

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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