LA CULPA
Asisto virtualmente a una especie de partido de pingpong entre varias autoridades representativas de los ciudadanos que tratan de expulsar lejos de si la responsabilidad en torno a los acontecimientos que estamos viviendo este verano.
Caso hundimiento de unas gradas durante un concierto en Vigo.
377 heridos dan fe de que las gradas no estaban en condiciones y el Juzgado abre diligencias para determinar quién es el responsable del hundimiento.
Los ingenieros expertos opinan que se trata de un caso de mal mantenimiento y no opinan de quién es la obligación de mantener esas gradas que ocupan un espacio al parecer marítimo.
El Alcalde Abel Caballero está muy tranquilo o muy tenso,-quien sabe,- y señala claramente al Puerto como responsable y el Puerto dice que en un contrato que se firmó el mantenimiento es cosa del Ayuntamiento.
Y así andamos y los heridos pasando por el Hospital. El Presidente de la Comunidad exige saber y junto a él los demás,-yo entre ellos-también
Por lo oído unas semanas antes se avisó de que las gradas no estaban bien y -como no- ha surgido la política como salsa. Se abre un emocionante combate para exonerarse del sentimiento de culpa y lo mejor que han encontrado ha sido señalar a otro y entretanto el tiempo va pasando.
Aquí Freud tendría un papelazo. Si traspasamos en conciencia la culpa a otro no sufrimos ansiedad y remordimientos. Y la comedia sigue.
Caso incendio Lluxent. Una vez perimetrado y dado por apagado el incendio llegan los reproches. Los bomberos piden unificación de parques, un portavoz, supongo que de ellos, piden la dimisión o cese del responsable de emergencias por falta de coordinación.
¿Quién tiene la famosa culpa? Ha aparecido el ministro de Fomento el Sr. Ábalos que dice que él no viene a coordinar nada, ni a ver incendios, ni a apagarlos y la alcaldesa de Gandía, presa consciente o inconsciente de los medios que estaban grabando el encuentro ministro-vecinos y alcaldesa, se lanza a tumba abierta y le pide que le mire a los ojos y le diga que va ayudar y que se comprometa públicamente.
Eso de mirarse a los ojos se ha puesto de moda. Se ve que en el fondo pupilar aparece la verdad o la mentira. Ya en plena mirada un vecino `pide permiso para hablar y se lo dan y se enfrenta a la alcaldesa, mirándola a los ojos y le reprocha la falta de ayuda y que solo cuando apareció una cámara de Antena 3 repentinamente la ayuda surgió como por arte de magia. Ella niega y se repite en la suerte de la negación. Y ahí seguimos.
Ahora salta de lo Génova y el fatídico trozo de autopista. Abajo muertos y arriba solo el cielo lo sabe. ¿Falta de mantenimiento, material extrañamente escaso con algún padrino en medio? La culpa se diluirá y los muertos ahí estarán. Lo máximo una placa de recuerdo.
El asunto es obvio. Se ve que nadie se responsabiliza. Es la moda de eludir la culpa.