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Mikel Labastida

El síndrome de Darrin

¿Nos merecemos a David Lynch?

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Existe un cine que te hace soñar y otro que te introduce en sueños. En esta segunda categoría se inscribe el trabajo de David Lynch. Toda su filmografía son sueños imposibles, sueños turbios, sueños decadentes, sueños terroríficos, sueños estimulantes, sueños esclarecedores. Pesadillas. El sueño del hombre elefante, el del planeta imaginario, el de la oreja cortada, el de la huida constante… Películas en fase REM.
 
Freud interpretó el sueño como el camino real hacia el inconsciente. Van Eaden acuñó el término ‘sueño lúcido’ para describir a aquellas personas que tienen cierto control para intervenir mientras duermen. Carl Jung consideraba que los sueños servían para compensar aquello que no desarrollamos despiertos. Todo esto está en el universo de Lynch. Realidad y mundo onírico dándose la mano y peleándose. El director norteamericano nos ha tumbado muchas veces en el diván.Y luego nos ha costado levantarnos.
 
Hacer televisión nunca fue un sueño para este realizador, pero la insistencia de algunos entusiastas de títulos como ‘Blue Velvet’ y la colaboración con Mark Frost le animaron a llevar su mundo a otra pantalla y se estableció así una relación plagada de altibajos. Como debe ser cualquier relación viva, por otro lado. A Lynch le preocupaban las imposiciones, y el no conectar con ese público, y los anuncios. Los quebrantadores de sueños. En contra de todo pronóstico hizo una maravilla, ‘Twin Peaks’, una serie enormemente provocadora y diferente con la que nadie soñaba en los años 90. La historia la conocemos. Engatusó a los mandamases de la cadena ABC diciéndoles que iba a narrar el caso de una joven asesinada en un tranquilo pueblo y terminó realizando una fábula sobre el bien y el mal, sobre la culpa, sobre el destino, sobre los deseos truncados. Y aquello terminó como un mal sueño.


Lynch despertó sobresaltado. Se enfadó. Apagó la tele. Regresó a la otra pantalla, la grande, la que en aquella época dotaba de más libertad a los creadores. La disfrutó hasta 2006. Desde entonces su cine ha permanecido dormido. Y él se ha dedicado a imaginar mundos en otros soportes. No fue un trastorno del sueño, sino un traslado.
 
La tele cambió, eso ya lo saben. Vinieron ‘Los Soprano’-‘The Wire’-‘A dos metros bajo tierra’-‘Perdidos’-‘Mad Men’-‘Breaking Bad’-‘Juego de Tronos’-etc, etc, etc. Lo de la edad de oro. Y todo el mundo mentaba a Lynch como precursor. Y soñaban con que volviese a un medio que tanto le debía y en el que existía ahora una tesitura más favorable para desplegar su manera de narrar.

 

Kyle MacLachlan in a still from Twin Peaks. Photo: Suzanne Tenner/SHOWTIME
 
Le retaron. Lo hizo Showtime. Hubo dimes y diretes. Pero ‘Twin Peaks’ regresó, con 18 capítulos. “Vivimos dentro de un sueño”, confiesa en los episodios finales el agente Cooper. No esperábamos menos los seguidores. Volvió Cooper y con él todo el abanico de personajes que poblaron Twin Peaks. Y otros muchos, algunos con nombre, otros sin; algunos oriundos del pueblo y otros no. Hace tiempo que Twin Peaks dejó de ser únicamente la denominación de una localidad para convertirse en un concepto. Lynch lo sabe y por eso esta tercera y tardía (25 años después) temporada se ha ubicado en localizaciones diversas, Dakota del Sur, Las Vegas…
 
Volvamos al principio de este sueño. ¿Nos merecemos a David Lynch? Quiero pensar que sí. Ha vuelto a hacer algo que nadie esperaba, que no es habitual, que se sale de convenciones, aunque la repercusión ha sido menor de lo que se esperaba. Se habló mucho más del retorno de la serie durante la grabación que mientras se ha emitido. Era verano, sí, ya. Todo era ‘Juego de Tronos’, ya. Ha sido rara, ya, ya. Quizá se tarde en valorar las vueltas de tuerca que ha dado. Ya pasó una vez, no sería extraño que la historia se repitiera.
 
Lynch ha firmado un trabajo excelente, capaz de estimular mentes, de entretener, de retratar los cambios que ha vivido la sociedad en las últimas tres décadas. Ha provocado que se formulasen una ristra considerable de teorías sobre lo que pretendía contar, y no tengo claro que él haya sido consciente de todas ellas mientras rodaba. Ha habido dobles, tulpas, entes sobrenaturales, dimensiones desconocidas. No ha faltado de nada.

 

Laura Dern in a still from Twin Peaks. Photo: Patrick Wymore/SHOWTIME
 
En contra de lo que pudiéramos temer, Lynch tenía algo que aportar y no se agarró a un éxito pretérito y lo estiró malamente. No. La nueva ‘Twin Peaks’ nos ha explicado por qué sucedió la antigua ‘Twin Peaks’: dónde y cómo se originó todo. Nos llevó al antes de Laura Palmer, al durante y al después. Incluso se atrevió a soñar con que nada hubiera ocurrido como tal. Además resolvió algunas tramas que quedaron abiertas. Algunas fáciles de cerrar (como la relación de Ed y Norma o la de Bobby y Shelly) y otras que eran más complicadas de llevar a buen puerto (como la de Bob o la del agente Cooper invadido y duplicado por una fuerza sombría).
 
La nueva ‘Twin Peaks’ nos ha contado qué pasó con los protagonistas de las dos primeras temporadas: Lady Leño, los agentes del FBI, el sheriff y sus ayudantes, las camareras, el chico rebelde, la chica díscola, el psicólogo, la loca de las cortinas, el pescador, el del hotel, el gigante, el enano. Han aparecido de repente. A veces hemos querido más. Como cuando nos despertamos de un sueño y volvemos a cerrar los ojos para intentar seguir soñando, pero no lo conseguimos. A veces han surgido en entornos y situaciones que no reconocíamos. Como cuando soñamos con personas que conocemos pero que hacen o dicen cosas que no tienen nada que ver con ellos mismos en la vida real.

 

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La nueva ‘Twin Peaks’ ha presentado roles nuevos y ha puesto rostro a otros de los que habíamos oído hablar. Como la inquietante Diane, que en los 90 se escondía tras una grabadora y ahora hemos sabido que mantenía una relación turbulenta con el agente del FBI. O la familia y el jefe de Dougie Jones, que han vivido el sueño de reinventarse de nuevo. O los hermanos Mitchum, capaces de cumplir los sueños de cualquiera. O Judy, el monstruo de las pesadillas.
 
La nueva ‘Twin Peaks’ ha desembocado cada semana en el Roadhouse, donde esperábamos que tocase Julee Cruise. Y hemos tenido que aguardar hasta el desenlace para verla subir al escenario. Y mientras tanto hemos disfrutado con Chromatics, Au Revoir Simone, Trouble, Nine Inch Nails o Lissie, entre otras muchos artistas que componen una banda sonora sobresaliente.
 
“Nos veremos cuando caiga al telón”, le dijo Cooper a Diane, emplazando, quién sabe, a un nuevo ‘Twin Peaks’. ¿Cuánto tendremos que esperar esta vez? El final transcurrió entre carreteras perdidas. Gracias por eso, Lynch. ¿Presente? ¿Pasado? ¿Futuro? Qué más da, la historia se repite. “El pasado dicta el futuro”, sentenció Cooper. Y creo que esa es la mejor síntesis que se puede hacer de la temporada. Buenas noches. Dulces y envolventes sueños.

 

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Sobre el autor

Crecí con 'Un, dos, tres', 'La bola de cristal' y 'Si lo sé no vengo'. Jugaba con la enciclopedia a 'El tiempo es oro' imitando al dedo de Janine. Confieso que yo también dije alguna vez a mi reloj: "Kitt, te necesito". Se repiten en mi cabeza los números 4, 8, 15, 16, 23, 42. Tomo copas en el Bada Bing. Trafico con marihuana en Agrestic y con cristal azul en Albuquerque. Veo desde la ventana a mi vecino desnudo. El asesino del hielo se me aparece en cada esquina y no me importaría que terminase con mi vida para dar con mis huesos en la funeraria Fisher.


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